PÁGINAS

martes, 18 de septiembre de 2012



¿Hablan los discos? ¿Se comunican? Esta es una pregunta que me he hecho a mi mismo infinidad de veces a lo largo de estos años, en los que por mis manos han pasado gran cantidad de estos magníficos seres. La conclusión a la que he llegado es que, lejos de una comunicación rudimentaria, el lenguaje utilizado por los peces disco incluye tal variedad de variantes, giros y matices que llega a ser algo tremendamente preciso y elaborado, algo que implica factores como la posición del cuerpo, el tono e intensidad del color del cuerpo y de la pupila del ojo o, el tono, la intensidad y el número de barras de estrés que muestran. Todos estos factores, de forma individual, o en diferentes combinaciones,  constituyen, como ya he dicho, un sistema de comunicación altamente sofisticado.
A lo largo de este artículo iré desgranando cada uno de estos factores por separado, tanto desde un punto de vista meramente bibliográfico, es decir, basado en lo que hasta la actualidad se conoce de cada uno de estos factores, como desde un punto de vista empírico, es decir, basado en la observación y la experiencia que he ganado a lo largo de estos años de observación y mantenimiento de peces disco y, concretamente, peces disco Haraldi Salvajes.

BARRAS DE ESTRÉS

Las barras de estrés de los discos son disposiciones, más o menos verticales, con una alta concentración de  células pigmentarias denominadas melanóforos móviles. Estos melanóforos  tienen la capacidad de modificar la intensidad y cantidad de pigmento que se muestra de cara al exterior de acuerdo al entorno y a la situación anímica del pez.

Siempre se han considerado las barras de estrés de los discos únicamente como un mecanismo de camuflaje que se activa en situaciones que suponen, como el propio nombre indica, una sensación  de incomodidad o peligro para estos seres en la naturaleza y que les ayuda a mimetizarse con el entorno en el que viven.
En la naturaleza, las variedades salvajes de discos, están asentadas en zonas de la cuenca amazónica con gran cantidad de árboles caídos y raíces al descubierto, así como en zonas de acumulación de desechos naturales provenientes de las crecidas anuales. Es entre estos elementos en los que se desarrolla la vida de estos peces, elementos todos ellos de porte longitudinal, que se asemejan, bajo el agua, en forma y color a estas barras.  De esta forma, los discos salvajes consiguen pasar desapercibidos y sobrevivir en el ambiente hostil del que son originarios. No debemos olvidar que esta es una especie altamente depredada por reptiles y aves de ribera.

En variedades híbridas, la necesidad de mimetismo o camuflaje ha quedado relegada al olvido a lo largo de diferentes generaciones ante la falta de depredadores en nuestros acuarios, por lo que un disco sano que se encuentre cómodo con su entorno no debería mostrarlas.  Situaciones de estrés, incomodidad o enfermedad disparan este dispositivo.
Volviendo a las variedades salvajes, existen diferencias notables de disposición, cantidad  y tamaño en lo que a barras de estrés se refiere.
SYMPHYSODON DISCUS HECKEL

Esta variedad  cuenta con una disposición de 9 barras de estrés, de las cuales 3 se muestran de forma más intensa, destacando sobremanera  la quinta barra, más ancha y, generalmente, más intensa.  Al contrario de lo que sucede con las restantes 8 barras, esta 5 barra se muestra de manera constante. Aunque varía su intensidad dependiendo del momento y del entorno, nunca se oculta de forma completa.
Esta característica endémica de la variedad Heckel se ha transmitido en la naturaleza a otras variedades de discos a través de cruces naturales entre ejemplares de diferente variedad. Conocidos son, por ejemplo, los cruces con ejemplares Haraldis, que han dado lugar a los denominados Heckel Cross e ICA Type.

SYMPHYSODON AEQUIFASCIATUS


Al igual que la variedad Heckel, esta variedad cuenta con una disposición vertical de 9 barras, sin embargo, en este caso, es la barra que cruza el ojo la de mayor tamaño y la que, generalmente, se muestra con mayor intensidad. Aún en condiciones de calma y tranquilidad, es frecuente que un porcentaje muy elevado de ejemplares de esta variedad no la oculten por completo.

SYMPHYSODON HARALDI  (ACTUAL CLASIFICACIÓN QUE ENGLOBA HARALDI Y AXELRODI)




Podría decirse que esta variedad de discos es la más cosmopolita. Existen muchas diferencias en lo que a un patrón de barras de estrés se refiere. Se encuentra asiduamente ejemplares de 9 barras, pero no es raro encontrar ejemplares de 5, 6, 10, 11, 12 barras e incluso 14 barras. Los denominados Snakeskin salvajes. Mediante cruces de estos ejemplares han surgido la mayor parte de las mutaciones híbridas que existen hoy día en el mercado, desde los Snakeskin híbridos de 14 barras, que surgieron mediante mutación espontanea en criaderos asiáticos en 1993, a variedades híbridas carentes de barras de estrés, como los Pigeon, que son el resultado de cruces entre Haraldis y Turquesas o los San Merah, que también carecen de barras de estrés y son el resultado de cruces entre variedades de Alenquer y Ghost.
Si incidimos de nuevo en las variedades híbridas, podemos distinguir entre variedades barradas y variedades no barradas.



VARIEDADES BARRADAS:
Dentro del grupo de las variedades barradas nos encontramos con gran cantidad de mutaciones,  aunque fundamentalmente podemos diferenciar entre discos de 14 barras, 9 barras y variedades con menos de 9 barras.
  • Como ya he comentado con anterioridad, los discos de 14 barras se conocen como Snakeskin, aunque, si bien todos los discos de 14 barras son Snakeskin, no todos los Snakeskin tienen 14 barras.  Existen ejemplares de 9 barras Snakeskin, incluso en estado salvaje. Dentro de las variedades híbridas nos podemos encontrar con ejemplares de fondo rojo, azul e, incluso, verde.

  • Las variedades de 9 barras son, como es lógico, las más predominantes. Dentro de esta clasificación se encuentran las diferentes mutaciones Turquesa, Cobaltos, Alenquer, Santarém…y algún caso curioso como el de los Red Virgin, que pese a proceder del mismo cruce que los San Merah, al contrario que estos, cuentan con 9, o incluso más, barras de estrés.  

  •  Las variedades con menos de 9 barras son, generalmente, cruces o líneas en proceso de depuración. Así sucede, por ejemplo, con los Red Cover, procedentes de cruces entre Heckel Cross extraídos de la naturaleza con variedades Ghost no barradas. De forma habitual, esta mutación solo muestra la primera y la novena barra en ejemplares menos depurados. Los ejemplares más depurados o de mayor calidad no tienen barras de estrés.
 
VARIEDADES NO BARRADAS:
Las variedades carentes de barras de estrés son las portadoras de la carga genética Barless. (Sin barra) Este gen elimina sistemáticamente la presencia de barras en la descendencia. La eliminación puede ser total, cuando ambos ejemplares son portadores de esta carga genética, o parcial, cuando se cruzan ejemplares portadores con ejemplares no portadores de la carga genética Barless. Un cruce de este tipo suele tener como resultado ejemplares de 2 barras. Como he comentado con anterioridad, así sucede, por ejemplo, con los Red Cover (antes denominados San Merah) menos depurados.
Existe también otra clase de “eliminación incompleta” de las barras de estrés consistente en la aparición desordenada de los melanóforos  negros en el cuerpo del pez. En estos ejemplares, los melanóforos sobrevivientes (durante el proceso de depuración de una línea) aparecen aleatoriamente en el cuerpo sin seguir ningún tipo de ordenación o disposición vertical. Este fenómeno aparece predominantemente en las líneas Pigeon menos depuradas y reaparece con mayor virulencia en la descendencia F1 de cruces de ejemplares Pigeon con ejemplares barrados.



Dentro del grupo de mutaciones  carentes de barras de estrés nos encontramos con 3 grandes grupos:

  • Discos con Gen Pigeon. Dentro de este grupo nos encontramos muchísimas variantes, desde los Marlboros a los Pigeon Blood o Blood Silver.
  •  Los Blue Diamond y los Blue Diamond avanzados (Ocean Green).

  • Variedades Snow (White, Red, Yellow…), Red White, Red Valentin, Mandarin Pasion, Ghost…


Usualmente acostumbro a referirme a este tipo de variedades como “Discos mudos”. Es cierto que cualquier disco de este tipo puede llevar una vida totalmente normal y reproducirse sin ningún tipo de problema, sin embargo, mi opinión personal es que el sistema de comunicación con sus congéneres se ve reducido en gran medida. Este “problema” pasa desapercibido cuando la población de un acuario se compone exclusivamente de discos no barrados, ya que todos se comunican igual, o cuando se mezclan discos barrados híbridos con discos no barrados, ya que el uso de las barras de estrés se ha “tullido” a lo largo de generaciones de cría en cautividad. Generaciones que no han conocido su entorno de procedencia ni han tenido depredadores naturales. Cuando realmente se puede observar el alcance que supone esta carencia comunicativa es al mezclar variedades híbridas no barradas con variedades salvajes. Por experiencia propia, he podido observar como el grupo dominante de un cardumen de Haraldis salvajes acosaba hasta casi la muerte a un disco no barrado por la incapacidad de este de mostrar las barras de estrés como símbolo de sumisión. Posteriormente, y a modo experimental, he podido observar como en la misma situación con un disco barrado, el mismo grupo dominante de discos Haraldi acosaba al ejemplar en cuestión pero cejaba en su empeño en cuanto este mostraba sus barras y demostraba rendición.

Tradicionalmente no se ha aconsejado la mezcla de discos híbridos con discos salvajes, dando como motivo principal la diversidad de parámetros existente entre los biotopos amazónicos y las condiciones de cría de los discos híbridos. Personalmente también desaconsejo esta mezcla, pero mis razones son bastante diferentes a las que se han dado de forma general.
Es cierto que ciertas variedades salvajes  necesitan unos parámetros “especiales”, aunque no todas las variedades son igual de exigentes, ni todos los híbridos se crían con las mismas condiciones. Este motivo resulta totalmente válido, por ejemplo, si se considera la posibilidad de mezclar un Heckel del río Nhamunda (Gh 1-3 y Ph 5-5,5) con un disco del criadero Stendker (Gh 13 y Ph 7), pero resulta de menor aplicación cuando se considera la posibilidad de mezclar un disco “made in Madrid” (Gh 3-4 y Ph 6-6,5) con un disco Haraldi del río Trombetas. (Gh 2-3 y Ph 6)

Mis razones para desaconsejar la mezcla de variedades salvajes con híbridas están fundamentadas en razones médicas y, fundamentalmente, de comunicación e interacción de los ejemplares. Según he podido observar, existen indicadores claros de dominancia y sumisión en la disputa por la jerarquía en variedades salvajes. Un disco salvaje tomará como una insurrección el hecho de que otro disco con una posición inferior en el cardumen no se oscurezca y marque las barras cuando él (dominante) ejerza su dominancia, por lo que, por lo general, continuará con su acoso hasta que literalmente el disco en cuestión muera. Así, bajo ningún concepto, mezclaría con salvajes (Haraldis):

·         Discos de criaderos alemanes y asiáticos. Tanto por parámetros, como por características bacteriológicas del agua.
·         Discos no barrados.
·         Discos barrados de carácter sumiso o de tamaño inferior a la media del cardumen.

Mezclaría (aunque lo evitaría en la medida de lo posible)

·         Discos híbridos barrados criados en condiciones de agua similares. Siempre ejemplares dominantes y, si es posible, de tamaño igual o mayor que los de origen salvaje.
·         Discos F1 o F2. Híbridos con antepasados salvajes recientes.

UTILIZACIÓN DE LAS BARRAS DE ESTRÉS EN DISCOS DE ORIGEN SALVAJE:
Como ya he comentado, tradicionalmente, se ha vinculado la utilización de las barras como un mecanismo de camuflaje en discos de origen salvaje y como un símbolo de estrés o enfermedad en variedades híbridas. Tras muchas horas de observación, puedo afirmar que, en variedades de origen salvaje, esta utilidad, lejos de ser la más importante, es secundaria con respecto al carácter comunicador y de interacción entre ejemplares. A continuación desarrollo algunas de las señales que he aprendido a “entender” y que me han ayudado a lograr la convivencia estable de un grupo de discos salvajes y su reproducción.

POSICIÓN GERÁRQUICA DE LOS EJEMPLARES DENTRO DEL CARDUMEN
Como norma general se puede establecer que el disco dominante, generalmente el macho de mayor tamaño, (disco alfa) de un cardumen no muestra barras de estrés salvo ante una situación de necesidad. En un acuario está sería una situación generada por nosotros mismos, ya sea mediante un cambio de agua o mediante algún tipo de modificación o limpieza del tanque, o por la situación generada por un compañero de tanque de especie diferente, ya sean Altums, ejemplares del género de los Geophagus, Hipancistrus o cualquier otra especie que tenga la facultad de incomodar a un disco.  A partir de este disco, los demás ejemplares del cardumen muestran un mayor número de barras, con mayor intensidad y con mayor frecuencia según disminuye la jerarquía de su posición. La utilización de las barras se asimila por lo tanto, en este caso, a un símbolo de respeto hacia los ejemplares que ocupan un roll superior en el grupo. Un disco salvaje que pase al lado de otro disco con una posición superior dentro del cardumen mostrará de forma automática, aunque solo sea por un momento, sus barras en señal de sumisión.


Si el disco alfa del cardumen se empareja con una hembra, automáticamente esta pasará a compartir la jerarquía a la cabeza del grupo y dejará de marcar las barras de estrés, excepto por motivos de celo. A partir de este momento ambos ejemplares se respetarán entre si y se distribuirán las tareas de dominancia sobre el resto de ejemplares. La hembra alfa ejercerá su dominancia de forma predominante sobre las demás hembras del grupo y el macho alfa lo hará sobre los demás machos.

Las luchas por ascender en la jerarquía de un cardumen de discos son constantes, principalmente entre los miembros más cercanos a la pareja alfa. A partir de la formación de esta pareja, la máxima aspiración de los machos no dominantes será la de seducir a la hembra alfa y viceversa. La máxima aspiración de las hembras será la de aparearse con el macho alfa del cardumen.



BARRAS DE ESTRÉS INVERTIDAS
Es el máximo símbolo de dominancia de un disco sobre otro. Se observa en el caso de que un disco de menor posición dispute la jerarquía a un disco de mayor posición llegando al enfrentamiento directo. En este momento ambos ejemplares se enfrentan e invierten sus barras como símbolo de intimidación al contrario. Es uno de los pasos previos a la agresión directa. Es frecuente observarlo también cuando se reclama la posición sobre el territorio o sobre el alimento.


La inversión de las barras de estrés presenta variaciones en función de la posición del ejemplar en el cardumen. Los discos con una posición más alta en el cardumen acompañarán la inversión de las barras de estrés potenciando los tonos rojos de su cuerpo y aclarando sus colores, sin embargo, un disco que se encuentre jerárquicamente en una posición media, invertirá sus barras de estrés para intimidar a su oponente de menor rango, pero al mismo tiempo oscurecerá hasta casi un tono ceniza el color de su cuerpo como símbolo de respeto hacia los ejemplares de rango superior.

El máximo exponente de la inversión de las barras de estrés consiste en la combinación de este factor con la inversión del color rojo o ámbar de la pupila a blanco. La inversión del color de la pupila a blanco es un síntoma de excitación que no se combina necesariamente con la inversión de las barras. Es frecuente observar esta característica en cardúmenes con un número elevado de peces, donde las jerarquías están mucho menos marcadas y, sobretodo, en acuarios de engorde, en los cuales el número de individuos, la inexistencia de elementos que definan territorios y el aporte “continuo” de comida mantienen en estado de excitación constante a los individuos.

Cuando se produce la inversión de las barras de estrés, la combinación con la inversión de la pupila del ojo señala un estado de agresividad y excitación máximo. Se puede decir que previo a la agresión directa se pasa  por 2 estados consecutivos. Inversión de las barras, inversión del color de la pupila y, por último agresión directa.

La utilización de las barras de estrés como indicador de celo o excitación sexual es algo que solo he podido observar y corroborar después de la formación de una pareja alfa en el acuario biotopo. Durante el periodo de cortejo que incluye las reverencias y sacudidas rituales que incentivan la producción de huevas y esperma se incluye un factor más que consiste en mostrar marcadas las últimas cuatro o 5 barras de estrés. He observado cierta tendencia a mostrar las últimas 5 barras en el caso de los machos y las últimas 4 en el caso de las hembras . Estas barras de estrés dejan de mostrarse automáticamente en el momento en el que se finaliza la puesta y no aparecen de nuevo hasta el siguiente periodo de cortejo. He podido observar este patrón, incluso, en urnas de cría de variedades híbridas con “parentesco cercano” a sus primos salvajes.

Como he comentado con anterioridad, la máxima aspiración de las siguientes hembras y los siguientes machos en la jerarquía ( particularmente la hembra y el macho beta) es ascender en el escalafón mediante el cortejo con la hembra o el macho alfa, por lo que en el momento que la pareja alfa comienza la fase de celo, estos dos discos muestran también un patrón consistente en el marcado de las cuatro últimas barras y tratan de cortejarlos por separado. Es curioso, como incluso en un momento de disputa, por ejemplo entre la tercera y la segunda hembra de la jerarquía, se invierten las 4 primeras barras pero se mantienen marcadas las últimas, en un claro significado de imposición sobre un congénere sin dejar de marcar la posición de celo.




Sospecho que para la creación y coexistencia en paralelo de dos parejas alfa en un acuario biotopo es altamente improbable, salvo que el número de discos y las dimensiones del tanque lo permitan. Hasta ahora he comprobado como la fijación del macho y la hembra beta con los ejemplares alfa es casi obsesiva, mientras que entre ellos mismos (estando ambos en celo) la interacción es absolutamente nula. Opino que la creación de una pareja diferente pasa por la modificación de los status actuales mediante el ascenso de uno de los ejemplares del cardumen a una posición alfa.
He observado que si es frecuente que un macho y una hembra no dominantes hagan “simulacros de cortejo” e incluso “limpien” una zona de puesta, sin embargo la freza nunca se produce. Mi opinión personal es que estos simulacros están derivados del alto contenido del agua del tanque en hormonas sexuales producidas por el corteja de la pareja alfa. He podido comprobar cómo estos simulacros se detienen en el momento de producirse la puesta de la pareja dominante.
POSICIÓN CORPORAL
La utilización de las barras de estrés siempre va acompañada de indicadores corporales que dan un significado más preciso de la utilización de este método de comunicación.

REVERENCIA O CABEZA GACHA.
El hecho de reverenciar o agachar la cabeza al paso de un congénere puede tener dos acepciones diferentes en función de la situación. En discos que ocupan una posición retrasada en el cardumen, es frecuente acompañar el marcado de las barras con un oscurecimiento general del cuerpo, el replegado de las aletas dorsal y ventral y una posición ligeramente inclinada hacia abajo (cabeza gacha) La utilización de esta combinación significa la rendición y sumisión absoluta. He podido observar como el acoso de un disco sobre otro cesa inmediatamente cuando se combinan estos tres factores.


En posiciones altas del cardumen, la posición inclinada tiene un significado completamente distinto. Es frecuente que el macho y la hembra beta utilicen esta posición de reverencia al paso de la hembra y el macho alfa respectivamente como símbolo de atracción sexual. En este caso, esta reverencia va acompañada de la extensión de todos los apéndices del cuerpo y el mayor despliegue de color posible. Tanto la hembra como el macho betta tratan de parecer lo más grandes y tener la mejor apariencia posible de cada a intentar seducir a los ejemplares de mayor rango.



CABEZA ALTA Y POSICIÓN INCLINADA.
Este indicador generalmente lo he observado en combinación con la inversión de las barras de estrés en la disputa por la jerarquía entre dos discos. He observado cómo, sobretodo discos que tratan de ascender posiciones en el cardumen, durante una disputa, se sitúan en un lugar más elevado con respecto a su contrincante mientras adoptan una posición intimidatoria de “cabeza levantada” y se inclinan lateralmente para que se oponente pueda observar perfectamente el patrón de barras invertidas.

Me gustaría concluir diciendo que todas estas observaciones están fundamentadas en mi observación personal. Quizás, alguna de las personas que tenga a bien leerlas podrá reconocer alguno de los símbolos que aquí describo en alguno de sus ejemplares y “comenzará a entender” el porqué de algunas de las cosas que suceden en su cardumen de discos. Puede que otros lectores difieran en el significado de alguno de los signos que aquí describo, en cualquier caso, si algo sé a ciencia cierta desde que mantengo discos, es que estos seres siempre te sorprenden.

Agradecimientos: Fotografías cedidas para Ponfediscus© por Ocaride, Emiliorizo, Jord, Yowi, Josechu, Najosabath y Wb Sabby.














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